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sábado, 30 de marzo de 2013

JUEVES SANTO EN ROMA- VATICANO- ......POR RITA AMODEI

Al celebrar hoy la Misa de Jueves Santo en el Instituto de Casal del Marmo, un centro penitenciario para menores, en una ceremonia íntima, el Papa Francisco señaló que, a ejemplo de Jesús debemos “ayudarnos los unos a los otros… a veces me enojaré con alguien, pero debemos superarlo y si ellos piden un favor debemos hacerlo”. A continuación el texto completo de la Homilía que pronunció hoy el Santo Padre: Esto es conmovedor, Jesús lava los pies de sus discípulos. Pedro no entiende nada. Él se rehúsa, pero Jesús le explica. Jesús, Dios hizo esto, y Él mismo le explica a los discípulos: ‘¿Se dan cuenta de lo que he hecho por ustedes?’ Ustedes me llaman Maestro y Señor, y hacen bien, porque lo soy. Si yo, entonces, el Maestro y Señor, les he lavado los pies, ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado un modelo a seguir, así que lo que yo he hecho por ustedes, ustedes también deben hacer. Es el ejemplo puesto por Nuestro Señor, es importante para Él lavar sus pies, porque entre nosotros el que es el más alto debe estar al servicio de los otros. esto es un símbolo, es una señal –lavar sus pies significa que estoy a su servicio-. Y nosotros también, uno al otro, pero no tenemos que lavarnos los pies los unos a los otros todos los días. Así que, ¿qué significa esto? Que tenemos que ayudarnos los unos a los otros… a veces me enojaré con alguien, pero debemos superarlo y si ellos piden un favor debemos hacerlo. Ayudémonos los unos a los otros. esto es lo que Jesús nos enseña. Esto es lo que hago. Y lo hago de corazón. Hago esto de corazón, porque es mi deber, como sacerdote y como Obispo debo estar a su servicio. Pero es un deber que viene desde mi corazón, y es un deber que amo. Amo hacerlo porque es lo que el Señor me ha enseñado. Pero ustedes deben ayudarnos y ayudarse los unos a los otros, siempre. Y al ayudarnos los unos a los otros, nos haremos bien entre nosotros. Ahora realizaremos la ceremonia del Lavatorio de los Pies y debemos cada uno de nosotros pensar: ¿Estoy realmente dispuesto a ayudar a los otros? Solamente piénsenlo. Piensen que esta señal es la caricia de Cristo, porque Jesús vino a hacer esto, para servirnos, para ayudarnos. +++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++ Wofgang Amadeus Mozart Vesperae solennes de confessore para solistas, coro y orquesta en Do mayor, K 339 1. Dixit 2. Confitebor 3. Beatus vir 4. Laudate pueri 5. Laudate Dominum 6. Magnificat -- Las Vesperæ solennes de confessore (en castellano, Vísperas solemnes de confesor) en Do mayor, K. 339, fueron compuestas por Wolfgang Amadeus Mozart en 1780 y se consideran una de las composiciones religiosas más relevantes de la historia de la música. La obra fue compuesta durante la etapa en que Mozart ocupó el puesto de compositor de la corte del príncipe-arzobispo de Salzburgo, Hieronymus von Colloredo. El nombre "de confessore" indica que la obra se compuso para la festividad de un santo confesor; por su parte, el término "solennes" señala que la obra se escribió para una orquesta solemne, con timbales y trompetas. Instrumentación. Están escritas para voces solistas (soprano, contralto, tenor y bajo), coro de cuatro partes, dos trompetas, timbales, tres trombones, dos violines y bajo continuo (violonchelo, contrabajo, fagot y órgano). Estructura. La obra está compuesta por seis secciones de las vísperas: la composición sigue la liturgia católica para las vísperas, incluyendo cinco de los salmos del Antiguo Testamento y el magnificat del Evangelio de San Lucas. Cada sección finaliza con la doxología Gloria Patri. Los 6 movimientos son los siguientes: 1. Dixit (Salmo 110/109) 2. Confitebor (Salmo 111/110) 3. Beatus vir (Salmo 112/111) 4. Laudate pueri (Salmo 113/112) 5. Laudate Dominum (Salmo 117/116) 6. Magnificat (Lucas) Compuesta hacia 1780, Vesperae de Confessore es una de las obras religiosas mejor producidas por Mozart en su periodo salzburgués. Bajo la tutela del conde arzobispo de Salzburgo Hieronymus von Colloredo, el maestro debía componer a petición para diversas ocasiones litúrgicas. Mucho se ha especulado sobre la calidad y originalidad de la producción sacra de Mozart previa al periodo vienés. Wolfgang estaba más preocupado en llevar su carrera de forma independiente, tocando en diversas ciudades que ser el servil músico de corte. De ahí que su labor de músico artesano entraba en conflicto con la de compositor libre. Ya se sabe cómo terminó la historia de esta pugna en 1782. Por ello, se cree que estas obras son menores en comparación con la música instrumental y coral profana de esa misma época. Quizá en algunas obras se pueden advertir ciertos lugares comunes y elementos predecibles. Pues el maestro debía cumplir con diversos encargos y giras. Sin embargo, las Vesperae Solennes (Dominica KV 321 y Confessore KV 339) son dos maravillosas composiciones, estando a la altura de las mayores obras corales de Mozart. El fragmento más célebre de las Vesperae de Confessore es el "Laudate Dominum". Habitualmente es grabada e interpretada de forma independiente, lo que dificulta la comprensión cabal de esta obra. Es evidente que se puede disfrutar del "Laudate Dominum" a la manera de un aria/canción. Pero insisto, perdemos del ensamble mayor si las escuchamos sin su contexto musical originario. Más allá de estas salvedades, el "Laudate Dominum" para solista, orquesta y coro, es un laude basado, en parte, en el Salmo 117 que, cantado en latín, posee el siguiente texto: Laudate Dominum omnes gentes; Laudate eum, omnes populi. Quoniam confirmata est Super nos misericordia ejus, Et veritas Domini manet in aeternum. Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio, et nunc, et semper. Et in saecula saeculorum. Amen. Estamos ante una de las piezas más puras y espirituales de Mozart. Una voz dulcísima baja desde el cielo y, sin tocar la tierra, se expande por toda la humanidad y el vasto mundo. Cruza el firmamento y vuelve a subir al lugar de donde proviene. La voz solista es depuradamente simple. No hay caprichos ni quiebres innecesarios. Es como si tras esa voz se pudiese ver algo más que no es posible percibir de forma humana. Las cuerdas en ritornello, se hallan en ese mismo estado de ingravidez. La melodía cantada se alarga bellamente (sólo Mozart podría concebir esos maravillosos largos cantabiles) y el coro entonado el Gloria Patri acoge a la voz como una apertura tan sabia como amorosa. Al final, en la unidad armoniosa del coro, la voz solista se eleva una vez más, discretamente. ---

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