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sábado, 20 de abril de 2013

CUADERNA AMARILLA DE MADRE INES DE JESUS . ULTIMAS CONVERSACIONES DE SANTA TERESA DE LISIEUX .....POR RITA AMODEI

ÚLTIMAS CONVERSACIONES EL «CUADERNO AMARILLO» DE LA MADRE INÉS 6 de abril de 1897 7 de abril 18 de abril 1 de mayo 7 de mayo 9 de mayo 15 de mayo 18 de mayo 19 de mayo 20 de mayo Del 21 al 26 de mayo Del 21 al 26 de mayo <*> 26 de mayo 27 de mayo 29 de mayo 30 de mayo 4 de junio 5 de junio 6 de junio 7 de junio 8 de junio 9 de junio 10 de junio 11 de junio 12 de junio 13 de junio 14 de junio 15 de junio 19 de junio 20 de junio 22 de junio 23 de junio 25 de junio 26 de junio 27 de junio 29 de junio 30 de junio 2 de julio 3 de julio 4 de julio 5 de julio 6 de julio 7 de julio 8 de julio 9 de julio 10 de julio 11 de julio 12 de julio 13 de julio 14 de julio 15 de julio 16 de julio 17 de julio 18 de julio 19 de julio 20 de julio 21 de julio 22 de julio 23 de julio 24 de julio 25 de julio 26 de julio 27 de julio 29 de julio 30 de julio 31 de julio 1 de agosto 2 de agosto 3 de agosto 4 de agosto 5 de agosto 6 de agosto 7 de agosto 8 de agosto 9 de agosto 10 de agosto 11 de agosto 12 de agosto 13 de agosto 14 de agosto 15 de agosto 16 de agosto 17 de agosto 18 de agosto 19 de agosto 20 de agosto 21 de agosto 22 de agosto 23 de agosto 24 de agosto 25 de agosto 26 de agosto 27 de agosto 28 de agosto 29 de agosto 30 de agosto 31 de agosto 2 de septiembre 3 de septiembre 4 de septiembre 5 de septiembre 6 de septiembre 7 de septiembre 8 de septiembre 9 de septiembre 10 de septiembre 11 de septiembre 12 de septiembre 13 de septiembre 14 de septiembre 15 de septiembre 16 de septiembre 17 de septiembre 18 de septiembre 19 de septiembre 20 de septiembre 21 de septiembre 22 de septiembre 23 de septiembre 24 de septiembre 25 de septiembre 26 de septiembre 27 de septiembre 28 de septiembre 29 de septiembre 30 de septiembre ÚLTIMOS DICHOS DE TERESA A CELINA Julio _ Septiembre de 1897 12 de julio Julio 21 de julio 24 de julio 3 de agosto 4 de agosto 5 de agosto 8 de agosto Agosto 16 de agosto 20 de agosto 21 de agosto 22 de agosto 24 de agosto 31 de agosto 3 de septiembre 5 de septiembre 11 de septiembre 16 de septiembre 19 de septiembre 21 de septiembre 23 de septiembre 25 de septiembre Septiembre 27 de septiembre 30 de septiembre Últimos dichos de nuestra querida Teresita. 30 de septiembre de 1897 Por la noche ÚLTIMAS PALABRAS DE SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS RECOGIDAS POR SOR MARÍA DEL SAGRADO 8 de julio 9 de julio 12 de julio 13 de julio 16 de julio 25 de julio 28 de julio 29 de julio 1 de agosto 10 de agosto 11 de agosto 15 de agosto 20 de agosto 27 de agosto 1 de septiembre 8 de septiembre 17 de septiembre 21 de septiembre 25 de septiembre 30 de septiembre OTROS DICHOS DE TERESA A LA MADRE INÉS DE JESÚS Mayo Junio Julio Agosto Septiembre SOR GENOVEVA Junio Julio SOR MARÍA DEL SAGRADO CORAZÓN Mayo Julio SOR MARÍA DE LA EUCARISTÍA 11 de julio 18 de julio Julio 2 de agosto 11 de septiembre SOR MARÍA DE LA TRINIDAD Abril Mayo Junio Julio-agosto Agosto Septiembre SOR TERESA DE SAN AGUSTÍN Junio SOR MARÍA DE LOS ÁNGELES SOR AMADA DE JESÚS ANÓNIMO SISTEMA DE REFERENCIAS Cada uno de los dichos de una misma jornada irá numerado con 1. 2. etc. antes del texto de cada dicho. En el caso de un solo dicho en una jornada, no se pondrá esta numeración. Ejemplos (para el Cuaderno amarillo): CA 12.7.3 indica el tercer dicho del 12 de julio; CA 10.6 indica el único dicho del 10 de junio. EL «CUADERNO AMARILLO» DE LA MADRE INÉS Dichos recogidos durante los últimos meses de nuestra santa Teresita Sor Inés de Jesús c.d.i. 6 de abril de 1897 6.4.1 Cuando no se nos comprende o se nos juzga desfavorablemente, ¿a qué defendernos o dar explicaciones? Dejémoslo pasar, no digamos nada, ¡es tan bueno no decir nada, dejarse juzgar, digan lo que digan...! En el Evangelio no vemos que santa María Magdalena haya dado explicaciones cuando su hermana la acusaba de estarse a los pies de Jesús sin hacer nada. No dijo: «¡Si supieras, Marta, lo feliz que soy, si escucharas las palabras que yo escucho! Además, es Jesús quien me ha dicho que me esté aquí». No, prefirió callarse. ¡Venturoso silencio, que da al alma tanta paz <1>! 6.4.2 «Que la espada del espíritu, que es la palabra de Dios, esté siempre en nuestra boca y en nuestros corazones». Cuando nos encontremos con un alma poco agraciada, o nos desanimemos, no la abandonemos nunca. Tengamos siempre en la boca «la espada del espíritu» para reprenderle sus faltas, no dejemos pasar las cosas por conservar nuestra paz, luchemos siempre, aun sin esperanzas de ganar la batalla. ¿Qué importa el triunfo? Lo que Dios nos pide es que no nos detengamos por las fatigas de la lucha, que no nos desanimemos diciendo: «¡Peor para ella! No se puede conseguir nada, hay que dejarla por imposible». No, eso es cobardía, hay que cumplir con el deber hasta el final <2>. 6,4,3* Qué importante es no hacer juicios sobre nada aquí en la tierra! Mirad lo que me sucedió, hace algunos meses <3>, en la recreación. Fue una nadería, pero me enseñó mucho: Sonaron dos golpes de campana, y, como la depositaria <4> estaba ausente, sor Teresa de San Agustín necesitaba de una tercera <5>. Ordinariamente resulta enojoso hacer de tercera, pero en esa ocasión más bien me atraía porque había que abrir la puerta para recibir unas ramas de árbol para el belén. Sor María de San José estaba a mi lado, e intuí que compartía mi deseo infantil. «¿Quién me va a servir de tercera?», dijo sor Teresa de San Agustín. Inmediatamente me puse a desatarme el delantal, pero lentamente con el fin de que sor María de San José estuviese lista antes que yo para cubrir la plaza, como ocurrió. Entonces sor Teresa de San Agustín dijo, riéndose y mirándome a mí: «Seguro que va a ser sor María de San José quien añadirá esta perla a su corona. ¡Vuestra Caridad <6> iba demasiado lentamente!». Yo sólo contesté con una sonrisa y volví a mi trabajo, pensando en mi interior: «¡Qué diferentes, Dios mío, son tus juicios a los de los hombres! Por eso nosotros nos equivocamos muchas veces en la tierra, tomando por imperfección en nuestras hermanas lo que es mérito ante tus ojos». 7 de abril 7.4 Le preguntaba de qué manera moriría yo, haciéndole ver mis aprensiones. Me contestó, con una sonrisa llena de ternura: «Dios te absorberá como a una gotita de rocío...» <7>. 18 de abril 18.4.1 Acababa de confiarme ciertas humillaciones muy penosas que le habían infligido algunas hermanas. Dios me proporciona así todos los medios para permanecer muy pequeña; pero eso es lo que hace falta. Yo estoy siempre contenta. Me las arreglo, aun en medio de la tempestad, para mantenerme en una gran paz interior. Si me hablan de disensiones entre las hermanas, yo procuro no excitarme a mi vez contra ésta o contra aquélla. Necesito, por ejemplo, sin dejar de escuchar, mirar por la ventana y gozar interiormente de la vista del cielo, de los árboles... Hace poco, durante mi conflicto con sor X, yo miraba con gran placer cómo retozaban las hermosas picazas en el prado, y me sentía tan en paz como en la oración... He discutido mucho con..., estoy muy cansada pero no temo la guerra. Es voluntad de Dios que luche hasta la muerte. ¡Madrecita, reza por mí! 18.4.2 Cuando rezo por ti, no digo el Padrenuestro o el Avemaría; digo simplemente, en un arranque del corazón: «Dios mío, colma a mi Madrecita de toda clase de bienes, ámala aún más si puedes». 18.4.3 Era yo todavía muy pequeña cuando nuestra tía ame dio a leer un cuento que me extrañó mucho. Pues en el se alababa a una directora de internado porque sabía salir airosamente de cualquier apuro, sin herir a nadie. Me fijé sobre todo en esta frase: «A ésta le decía: tú no tienes la culpa; a aquélla: tienes razón!». Yo pensaba para mí: eso no está bien. Aquella directora no debería haber tenido miedo de nada y tendría que haber dicho a las niñas que habían actuado mal, cuando era así. Hoy no he cambiado de opinión. Me cuesta mucho actuar así, lo confieso, pues siempre lo más fácil es echar la culpa a los ausentes, y eso aplaca enseguida a la que se lamenta. Sí, pero... <8> yo hago todo lo contrario. Si no me quieren, ¡peor para ellas! Yo digo siempre toda la verdad; si no quieren saberla, que no vengan a buscarme. 18.4.4. No hay que dejar que la bondad degenere en debilidad. Cuando se ha reprendido a alguien justamente, hay que mantenerse firmes, sin dejarse ablandar hasta el punto de acongojarse por haber causado dolor, por ver sufrir y llorar. Correr tras la afligida para consolarla es hacerle más daño que provecho. Dejarla consigo misma es obligarla a recurrir a Dios para reconocer sus faltas y humillarse <9>. De otra manera, se acostumbraría a recibir consuelo después de una reprimenda merecida y, en las mismas circunstancias, actuaría siempre como una niña mimada que grita y patalea hasta que su madre viene a enjugarle las lágrimas. NOTAS Abril Los ocho dichos fechados en abril de 1897 son expresión principalmente de la experiencia adquirida por Teresa en la formación de las novicias. Estas palabras tienen una gran semejanza con las de los «Consejos y Recuerdos» publicados en la Historia de un alma. Las escasas cartas de la familia (UC pp. 604-606) dan fe de una reiterada aplicación de vegigatorios, que no logran cortar la tos. Hacia finales de mes, se registran varias hemoptisis por la mañana. El estado general es muy precario. 1 Cf Ms C 36rº y RP 4. 2 Idéntico sentido del deber en Ms C 23vº; CA 18.4.1 y 18.4.4. 3 En diciembre de 1896; cf Ms C 13rº. 4 La hermana ecónoma, que entonces lo era la madre Inés de Jesús 5 Religiosa que acompañaba a la procuradora cuando ésta hacía entrar obreros en clausura. Teresa fue «tercera de la procuradora» (13.7.18) en junio-julio de 1893 (CG p. 728+g). 6 Fórmula de trato que, hasta hace poco tiempo, era habitual entre las carmelitas, en vez del tú o del usted. La conservamos porque, a nuestro entender, es la que mejor traduce el sentido de la frase [N. del T.]. 7 Cf Cta 141,2vº. La madre Inés morirá el 28 de julio de 1951 al cabo de varios días de coma. 8 Cf Cta 204, n. 2. 9 La misma línea de conducta en Ms C 24rº. 1 de mayo 1.5.1 No es «la muerte» quien vendrá a buscarme, será Dios. La muerte no es un fantasma ni un espectro horrible, como se la representa en las estampas. En el catecismo se dice que la «la muerte es la separación del alma y el cuerpo», ¡no es más que eso <1>! 1.5.2 Hoy he tenido el corazón totalmente inundado de paz celestial. ¡Había rezado tanto ayer noche a la Santísima Virgen, pensando que su hermoso mes iba a comenzar! Tú no estabas esta noche en la recreación. Nuestra Madre nos dijo que uno de los misioneros <2> que se embarcaron con el P. Roulland <3> había muerto antes de llegar a la misión. Este joven misionero había comulgado en el navío con las hostias del Carmelo que le dimos al P. Roulland... Y ahora ha muerto sin haber hecho ningún apostolado, sin haberse tomado ninguna molestia, por ejemplo la de aprender el chino. Dios le ha concedido el martirio de deseo; ya ves cómo El no necesita de nadie. Yo no sabía entonces que la madre María de Gonzaga le había dado por segundo hermano espiritual al P. Roulland. Lo que acabo de referir se lo había escrito a ella el P. R., pero como nuestra Madre le había prohibido decírmelo, sólo me habló de lo que había oído en la recreación... Para ella constituyó un gran sacrificio este silencio, de cerca de dos años, sobre sus relaciones con dicho misionero <4>... Nuestra Madre le había pedido que pintase para él una estampa en pergamino. Como yo era su primera de oficio en la pintura, hubiera podido aprovechar la ocasión para pedirme consejo y así hacerme adivinar todo el asunto. Pero, muy al contrario, se ocultaba de mí lo mejor que podía y venía a buscar a hurtadillas _lo supe más tarde_ el bruñidor para sacar brillo al oro, que yo guardaba en mi mesa. Luego lo devolvía cuando yo no estaba. Sólo tres meses antes de su muerte le dijo nuestra Madre, por propia iniciativa, que me hablase libremente sobre ese tema y sobre cualquier otro. 7 de mayo 7.5.1 7 de la mañana Hoy es día de licencia <5>. Mientras me vestía, he cantado «Mi alegría» <6> 7.5.2 Nuestra familia no permanecerá mucho tiempo en la tierra... Cuando yo esté en el cielo, os llamaré muy pronto... ¡Y qué felices seremos! Todas nosotras hemos nacido coronadas... 7.5.3. ¡Toso! ¡Toso! Hago como la locomotora de un tren cuando llega a la estación. Yo también estoy llegando a una estación: a la estación del cielo, ¡y lo anuncio! 9 de mayo 9.5.1 Podemos decir muy bien, sin vanagloria, que hemos recibido gracias y luces muy especiales. Vivimos en la verdad; vemos las cosas bajo su verdadera luz. 9.5.2 A propósito de esos sentimientos que una a veces no puede evitar, cuando, después de haber prestado un servicio, no se recibe ninguna muestra de gratitud. Te aseguro que también yo experimento ese sentimiento de que me hablas. Pero no me dejo nunca atrapar por él, pues no espero ninguna recompensa aquí en la tierra: lo hago todo por Dios; y de esta manera, nada puedo perder y siempre me doy por bien pagada del trabajo que me tomo por servir al prójimo. 9.5.3 Si, por un imposible, ni el mismo Dios viese mis buenas acciones, no me afligiría por ello lo más mínimo. Le amo tanto, que quisiera darle gusto sin ni que él mismo supiese que soy yo <7>. Al verlo y al saberlo, está como obligado a «pagármelo», y yo no quisiera causarle esa molestia... 15 de mayo 15.5.1 Me siento muy contenta de irme pronto al cielo. Pero cuando pienso en aquellas palabras del Señor: «Traigo conmigo mi salario, para pagar a cada uno según sus obras», me digo a mí misma que en mi caso Dios va a verse en un gran apuro: ¡Yo no tengo obras! Así que no podrá pagarme «según mis obras»... Pues bien, me pagará «según sus propias obras...» 15.5.2 Me he formado una idea tan alta del cielo, que a veces me pregunto cómo se las arreglará Dios, después de mi muerte, para sorprenderme. Mi esperanza es tan grande y es para mí motivo de tanta alegría _no por el sentimiento, sino por la fe_, que necesitaré algo por encima de todo pensamiento para saciarme plenamente. Preferiría vivir en eterna esperanza a sentirme decepcionada. En fin, pienso ya desde ahora que, si no me siento suficientemente sorprendida, aparentaré estarlo por complacer a Dios. No habrá peligro alguno de que le haga ver mi decepción; sabré ingeniármelas para que él no se dé cuenta. Por lo demás, me las arreglaré siempre para ser feliz. Para lograrlo, tengo mis pequeños trucos, que tú ya conoces y que son infalibles... Además, con sólo ver feliz Dios bastará para que yo me sienta plenamente feliz. 15.5.3 Le había hablado de ciertos ejercicios de devoción y de perfección aconsejados por los santos y que a mí me desanimaban. Yo ya no encuentro nada en los libros, a no ser en el Evangelio <8>. Este libro me basta. Escucho con verdadera delicia estas palabras de Jesús que me dicen todo lo que tengo que hacer: «Aprended de mí, que soy mando y humilde de corazón»; y encuentro la paz, según su promesa: «... y encontraréis descanso para vuestras almas». Esta última frase me la dijo levantando los ojos con una expresión celestial. Añadió la palabra «pequeñas» a la frase de Nuestro Señor, lo cual le dio todavía más encanto: «... y encontraréis descanso para vuestras pequeñas almas...» 15.5.4 Le habían dado un hábito nuevo (el que aún se conserva). Se lo había puesto por primera vez en Navidad de 1896. Este hábito, el segundo después de su toma de hábito, le caía muy mal. Le pregunté si eso la disgustaba: ¡Ni pizca! No más que si fuese el de un chino, allá a 2.000 leguas de nosotras. 15.5.5 Echo a mis pajaritos, a derecha y a izquierda, los granos buenos que Dios pone en mi manita. Y luego, ¡que sea lo que Dios quiera! No vuelvo a ocuparme más de ello. Unas veces, es como si no hubiera echado nada; otras, ayuda. Pero Dios me dice: «Da, da siempre, sin preocuparte del resultado». 15.5.6 Me encantaría ir a Hanoi <10> para sufrir mucho por Dios. Quisiera ir allá para estar completamente sola, para no tener consuelo alguno en la tierra. En cuanto a la idea de ser útil allí, ni siquiera se me pasa por el pensamiento, estoy completamente segura de que no haría absolutamente nada. 15.5.7 En realidad, me da igual vivir que morir. No entiendo bien qué podré tener después de la muerte que no tenga ya en esta vida. Veré a Dios, es cierto, pero en cuanto a estar con él, ya lo estoy completamente en la tierra <11>. 18 de mayo 18.5.1 Me han liberado de todos los oficios. Y pensé que mi muerte no causaría el menor trastorno a la comunidad. ¿Te apena el pasar por un miembro inútil ante las hermanas? No, ésa es la menor de mis preocupaciones, ¡me da exactamente igual! 18.5.2 Al verla tan enferma, había hecho todo lo posible para conseguir que nuestra Madre la dispensase de rezar los oficios de difuntos. Por favor, no me impidas rezar mis «pequeños» oficios de difuntos. Es lo único que puedo ya hacer por las hermanas que están en el purgatorio, y eso no me cansa lo más mínimo. A veces, al final del silencio <13>, tengo un momentito libre, y eso más bien me relaja. 18.5.3 Necesito tener siempre algo que hacer; de esa manera, no estoy preocupada ni pierdo nunca el tiempo. 18.5.4 Había pedido a Dios poder seguir los actos de comunidad hasta mi muerte. ¡Pero él no quiere! Estoy segura de que podría muy bien asistir a todos los oficios divinos, no moriría por ello ni un minuto antes. A veces pienso que, si no hubiera dicho nada, no me creerían enferma. 19 de mayo 19.5. ¿Por qué estás hoy tan alegre? Porque esta mañana he tenido dos «pequeñas» penas. ¡Muy agudas, sí...! Nada como las «pequeñas» penas me produce «pequeñas» alegrías... 20 de mayo 20.5.1 Me dicen que tendré miedo a la muerte. Puede ser. No hay nadie aquí que desconfíe más que yo de sus sentimientos. Yo nunca me apoyo en mi parecer; sé muy bien cuán débil soy. Pero quiero disfrutar del sentimiento que Dios me da ahora. Siempre habrá tiempo de sufrir por lo contrario <14>. 20.5.2 Le estaba enseñando su fotografía: Sí, pero... eso es el sobre. ¿Cuándo se podrá ver la carta? ¡Cuánto me gustaría ver la carta <15>... Del 21 al 26 de mayo 21/26.5.1 Teófano Vénard <16> me gusta todavía más que san Luis Gonzaga, porque la vida de san Luis Gonzaga es extraordinaria, y la suya totalmente ordinaria. Además, es él quien habla, mientras que en caso del santo es otro el que escribe y el que le hace hablar; ¡y entonces, no se sabe casi nada de su «pequeña» alma! Teófano Vénard quería mucho a su familia, y yo también quiero mucho a mi «pequeña» familia. No entiendo a los santos que no quieren a su familia... ¡Sí, a mi pequeña familia de aquí, yo la quiero mucho! Quiero mucho, mucho a mi Madrecita. 21/26.5.2 Voy a morir pronto, pero ¿cuándo? Sí, ¿cuándo...? ¡Nunca acaba de llegar! Soy como un niñito al que se le está prometiendo siempre un pastel: se lo enseñan desde lejos, y luego, cuando él se acerca para cogerlo, retiran la mano... Pero, en el fondo, estoy totalmente resignada a vivir, a morir, a recobrar la salud o a ir a Cochinchina, si Dios así lo quiere. 21/26.5.3 Después de mi muerte, no hace falta que me rodeéis de coronas, como a la madre Genoveva <18>. A las personas que quieran traerlas, podréis decirles que prefiero que empleen ese dinero en rescatar a algunos negritos. Eso sí que me gustaría. 21/26.5.4 Hace algún tiempo, sentía mucho tomar remedios caros; pero al presente no me preocupa lo más mínimo, al contrario. Es así desde que leí en la vida de santa Gertrudis que ella se alegraba en su interior, diciéndose que todo redundaría en provecho de los que nos hacen el bien. Y se apoyaba ene estas palabras de Nuestro Señor: "¡Todo lo que hicisteis con uno de mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis!". 21/26.5.5 Estoy convencida de la inutilidad de los remedios que tomo para curarme; pero me las he arreglado con Dios para que haga que se aprovechen de ellos los pobres misioneros enfermos que no tienen ni tiempo ni medios para curarse. Le pido que los cure a ellos, en vez de a mí, por medio de los medicamentos y del reposo que a mí me obligan a tomar. 21/26.5.6 Me ha repetido tantas veces que soy valiente, y esto responde tan poco a la verdad, que me he dicho a mí misma: ¡Qué se va a hacer, no hay que dejar por mentiroso a todo el mundo! Y me he puesto, con la ayuda de la gracia, a trabajar por adquirir esa valentía. He hecho como el guerrero, que, al oírse felicitar por su bravura, sabiendo muy bien que no es más que un cobarde, acaba por sentir vergüenza de los elogios y quiere merecerlos. 21/26.5.7 Cuando esté en el cielo, ¡cuántas gracias pediré para ti! Sí, importunaré tanto a Dios, que si al principio quisiera negarse a lo que le pido, mi insistencia lo obligará a satisfacer mis deseos. Esta historia está en el Evangelio. 21/26.5.8 ...Si los santos me demuestran menos cariño que mis hermanitas, será muy duro para mí..., y me iré a llorar en un rinconcito... 21/26.5.9 Los santos inocentes no serán niñitos en el cielo; sólo tendrán los encantos indefinibles de la infancia <19>. Se los representa como "niños" porque nosotros tenemos necesidad de imágenes para comprender las cosas del espíritu. ...Sí, yo espero unirme a ellos. Si quieren, seré su pajecito y llevaré la cola de sus trajes... 21/26.5.10 Si no tuviese esta prueba del alma <20>, que no se puede comprender, estoy segura que moriría de alegría al pensar que pronto dejaré la tierra. Del 21 al 26 de mayo <*> 21/26.5.11* Esta noche estaba un poco triste, preguntándome si Dios estaría realmente contento de mí. Pensaba en que cada una de las hermanas diría de mí, si se lo preguntasen. Una diría: «Es un alma buena, puede llegar a ser santa». Otra: «Es muy amable, muy piadosa, pero esto..., y lo de más allá...». Y otras tendrían también otros pareceres; muchas me juzgarían muy imperfecta, lo cual es verdad... Mi Madrecita me quiere tanto, que el amor la ciega, así que no puedo creerla. ¿Y quién me dirá lo que piensa Dios? Estaba en estos pensamientos cuando me llegó tu billetito. Me decías que todo en mí te gustaba, que Dios me amaba de manera muy especial, que él no me había hecho subir como a las demás la áspera escalera de la perfección sino que me había puesto en un ascensor para que llegase antes a Él <21>. Todo eso me emocionaba, pero el pensamiento de que tu amor te hacía ver lo que en realidad no existía me impedía gozar en plenitud. Entonces tomé en mis manos el Evangelio, pidiendo a Dios que me consolase, que él mismo me respondiera... Y he aquí que mis ojos se posaron en este pasaje que nunca me había llamado la atención: «El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no le comunicó su Espíritu con medida». Entonces derramé lágrimas de alegría, y esta mañana, al despertarme, me encontraba todavía inundada de gozo. Eres tú, Madrecita querida, la que Dios me ha enviado, eres tú quien me educó, eres tú quien me ha traído al Carmelo; todas las grandes gracias de mi vida las he recibido a través de ti. Por eso, tú dices las mismas cosas que Dios, y ahora creo que Dios está muy contento de mí, ya que tú me lo dices. (*) Ya no recuerdo la fecha exacta. 26 de mayo _ Víspera de la Ascensión. _ Esta mañana, durante la procesión <22>, estaba y en la ermita de san José y miraba de lejos por la ventana a la comunidad en la huerta. Era fantástica esa procesión de religiosas con capas blancas; me hacía pensar en el cortejo de las vírgenes en el cielo. Al doblar el paseo de los castaños, os veía a todas medio tapadas por las altas hierbas y por los capullos dorados del prado. Era cada vez más delicioso. Y de pronto, entre esas religiosas veo a una, de las más elegantes, que mira hacia mí y se inclina sonriendo para hacerme una seña de que me había visto. ¡Era mi Madrecita! Inmediatamente me acordé de mi sueño: la sonrisa y las caricias de la madre Ana de Jesús <23>, y sentí que me invadía la misma impresión de dulzura que entonces. Y pensé: ¡De modo que los santos me conocen, me aman, me sonríen desde lo alto y me invitan a reunirme con ellos! Entonces se me saltaron las lágrimas... Hace muchos años que no había llorado tanto. ¡Y qué dulces eran esas lágrimas! 27 de mayo 27.5.1 _ Ascensión _ Yo quiero un «circular» <24>, porque siempre he pensado que deberé corresponder al oficio de difuntos que cada carmelita dirá por mí. No comprendo muy bien cómo hay quienes no quieren circular; es tan hermoso conocerse, saber un poco con quiénes vamos a vivir eternamente. 27.5.2 No tengo absolutamente ningún miedo a los últimos combates, ni a los sufrimientos de la enfermedad, por grandes que sean. Dios me ha socorrido siempre, me ha ayudado y me ha llevado de la mano desde mi más tierna infancia..., cuento con él. Estoy segura de que continuará ayudándome hasta el fin. Tal vez llegue a no poder más, pero nunca tendré demasiado, de esto estoy segura. 27.5.3 No sé cuándo moriré, pero creo que será pronto. Tengo muchas razones para esperarlo así. 27.5.4 No deseo más morir que vivir. Es decir: si tuviese que escoger, preferiría morir; pero como es Dios quien escoge por mí, prefiero lo que quiera él. Me gusta siempre lo que él hace <25>. 27.5.5 Que no piensen que, si me curo, eso me va a desconcertar o desbaratar mis humildes planes. ¡En absoluto! La edad no es nada a los ojos de Dios, y yo me las arreglaré para seguir siendo una niña aunque viva mucho tiempo <26>. 27.5.6 Siempre miro el lado bueno de las cosas. Hay quienes se lo toman todo de la manera que más les hace sufrir. A mí me ocurre todo lo contrario. Cuando no tengo más que el sufrimiento puro, cuando el cielo se vuelve tan negro que no veo ni un solo claro entre las nubes, pues bien, hago de ello mi alegría... ¡Me pavoneo <27>! Como en las humillaciones de papá <28>, que hacen que me sienta más gloriosa que una reina. 27.5.7 ¿Te has fijado, en la lectura del refectorio, en esa carta dirigida a la madre de san Luis Gonzaga, en la que se dice de él que no habría podido aprender más ni ser más santo aunque hubiera llegado a la edad de Noé <29>? 27.5.8 A propósito de su muerte. Soy como una persona que, al tener un billete de lotería, tiene más posibilidades de que le toque que otra que no lo tiene. Sin embargo, tampoco ella está segura de conseguir un premio. A fin de cuentas, yo tengo un billete, que es mi enfermedad, y puedo abrigar esperanzas. 27.5.9 Me acuerdo de una vecinita de los Buissonnets, de 3 años de edad, que, al oír que las otras niñas la llamaban, decía a su madre: "¡Mamá, me necesitan allí!, déjame ir, por favor..., ¡"me necesitan allí...! Pues bien, me parece que hoy los angelitos me llaman, y yo te digo como aquella niñita: «¡Déjame partir, me necesitan allí!». No los oigo, pero los siento. 27.5.10 Cuando hacia el mes de noviembre <30> se había proyectado mi partida para Tonkín, ¿te acuerdas que comenzamos una novena a Teófano Vénard para obtener una señal de la voluntad de Dios? En aquel entonces y volvía a asistir a todos los actos de comunidad, incluso a Maitines. Pues bien, justo durante la novena comencé de nuevo a toser, y desde entonces sólo voy de mal en peor. Es él quien me llama. Me gustaría mucho tener su retrato. Es un alma que me encanta. San Luis Gonzaga estaba serio incluso en la recreación, pero Teófano Vénard estaba siempre alegre. Por aquellos días estábamos leyendo en el refectorio la vida de san Luis Gonzaga. 29 de mayo 29.5 Botones de fuego por segunda vez. Por la noche yo estaba triste, y abrí el Evangelio delante de ella para consolarme. Mis ojos se posaron sobre estas palabras, que le leí: «Ha resucitado, no está aquí, mirad el sitio donde lo pusieron». ¡Sí, así es! En efecto, yo ya no soy, como en mi infancia, accesible a cualquier sufrimiento. Estoy como resucitada, no estoy ya en el sitio en que me creen... ¡Pero no te aflijas por mí! He llegado a no poder ya sufrir, porque cualquier sufrimiento me resulta agradable. 30 de mayo 30.5.1 Ese día, se le dio permiso para que me contara su vómito de sangre del Viernes Santo de 1896. Como le manifesté mi gran pesar por no haber sido avisada enseguida, me consoló lo mejor que pudo y por la noche me envió este billete: «No sufras, Madrecita querida, porque parezca que tu hijita te ha ocultado algo, pues tú sabes muy bien que si te ha ocultado una esquinita del sobre, nunca te ha ocultado ni una sola línea de la carta. ¿Pues quién conoce mejor que tú esta cartita que tanto amas? A las demás se les puede enseñar el sobre por todos sus lados, pues no pueden ver más que eso, ¡¡¡pero a ti...!!! Tú sabes ya, Madrecita, que fue el día de Viernes Santo cuando Jesús comenzó a rasgar un poco el sobre de TU cartita. ¿No te alegra que él se disponga a leer esta carta que tú estás escribiendo desde hace 24 años? ¡Si supieras qué bien sabrá ella decirle tu amor durante toda la eternidad!» <31>. 30.5.2 ¡Tal vez sufras mucho antes de morir...! No te aflijas por eso, ¡lo deseo tanto! 30.5.3 ¡No sé cómo haré en el cielo para vivir sin ti NOTAS Mayo La correspondencia de mayo 1907 no dice nada acerca del estado físico de Teresa. Los parcos datos del Cuaderno amarillo indican que la tos persiste, agotadora, sobre todo por la noche. A los vegigatorios se añaden las sesiones de botones de fuego. La resistencia de la enferma se va debilitando. A partir de la segunda quincena, Teresa se ve obligada a renunciar progresivamente a la vida comunitaria. Sin embargo, aún no se ha perdido toda esperanza de curación. En medio de esta incertidumbre, el abandono de la santa muestra su verdadera dimensión: es ésta una de las notas dominantes de este mes de mayo. La poesía Una hoja deshojada (PN 51) es una prueba patética de ello. En este mes Teresa escribe ocho cartas o billetes (Cta 225 a 232) y cinco poesías (PN 50; PN 51 a 54), coronadas por su testamento mariano: Por qué te amo, María. 1 La madre Inés transcribe una frase análoga en una carta del 16 de julio (UC p. 636); cf 11.9.4. 2 El P. Mazel; cf Cta 226, n. 3. 3 Sobre este segundo hermano espiritual de Teresa, cf Ms C 33rº. 4 En realidad un año. 5 Día de recreación extraordinaria; las hermanas podían conversar libremente entre ellas, y cantar en su celda en ciertos momentos de la jornada; cf Ms A 20vº; Ms C 19rº y 28rº; Cta 225. 6 PN 45. 7 Pensamiento análogo al de san Juan de la Cruz a sor Magdalena del Espíritu Santo; cf CRISÓGONO DE JESÚS SACRAMENTADO, Vida de san Juan de la Cruz, 11ª ed. Madrid, BAC, 1982, p. 193. [SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras Completas 4ª ed., Burgos, Monte Carmelo, 1983, p. 108. N. del T.] 8 Cf Ms A 83vº; Ms C 36vº; y BT. 9 Las novicias. 10 Al Carmelo, fundado por el de Saigón en 1895; cf Ms A 84vº; Ms C 9rº; Cta 221; PN 47,6. 11 Cf Cta 56, n. 2. 12 Oficio que se rezaba en privado a la muerte de cada carmelita (durante la vida religiosa de Teresa murieron cerca de quinientas en Francia). Cf 27.5.1; 6.8.4. 13 Tiempo libre durante el «silencio riguroso», desde las 12 del mediodía a la 1 de la tarde en verano y de 8 a 9 de la noche durante todo el año; cf UC p. 725. 14 Cf 9.7.6. 15 Cf 30.5.1. 16 Sobre este joven mártir cf Cta 221 y 245; PN 47; diecisiete veces aparece nombrado en CA, una de ellas en 27.5.10. 17 Al Carmelo de Saigón; cf 2.9.5. 18 Fundadora de Lisieux; cf Ms A 78rº/79rº. 19 Cf PN 44 y Or 18. 20 Tentación respecto a la existencia del cielo (3.7.3); cf Ms C 5vº/7rº. 21 Cf Cta 229; Ms C 3rº; Cta 258. 22 Procesión de las Rogativas. 23 Cf Ms B 2rº/vº. 24 Reseña biográfica que se envía a todos los monasterios de la Orden después del fallecimiento de una hermana. En el caso de Teresa, hizo sus veces la Historia de un alma (30 de septiembre de 1898). 25 Cf 2.8.4; 30.8.2; 4.9.7; 5.9.2. 26 Cf 25.9.1. 27 [La santa usa la expresión] «Faire jabot: familiarmente, sacar hacia fuera el cuello de la camisa para pavonearse» (Littré). 28 La enfermedad mental del señor Martin. 29 Histoire de saint Louis de Gonzague, por J.-M. Daurignac, (París, Douniol, 1864), p. 346. 30 En 1896. 31 Cf el texto exacto en Cta 231. 4 de junio 4.6.1 Se despidió de nosotras (*) en la celda de sor Genoveva de la Santa Faz, que daba a la terraza, del lado de la sala capitular. Estaba acostada en el jergón de sor Genoveva. Ese día parecía no sufrir ya y tenía el rostro como transfigurado. No nos cansábamos de mirarla y de escuchar sus dulces palabras. Le he pedido a la Santísima Virgen no seguir estando amodorrada y enajenada, como me encontraba todos estos días; me daba cuenta de que eso te apenaba. Y esta noche me ha escuchado. ¡Hermanitas mías, qué feliz me siento! Veo que voy a morir pronto, ahora estoy segura de ello. No os extrañéis si no me aparezco a vosotras después de la muerte y si no veis ninguna cosa extraordinaria como señal de mi felicidad. Acordaos de que mi «caminito» es no desear ver nada <1>. Sabéis bien lo que tantas veces he dicho a Dios, a los ángeles y a los santos: que no es mi deseo aquí en la tierra verles <2>... Los ángeles vendrán a buscarte, dijo sor Genoveva. ¡Cómo nos gustaría verlos! No creo que los veáis, pero no por eso dejarán de estar allí Sin embargo, por complaceros, me gustaría tener una hermosa muerte. Se lo he pedido a la Santísima Virgen. No se lo he pedido a Dios porque quiero dejarle hacer lo que él quiera. Pedirle a la Santísima Virgen no es lo mismo. Ella sabe bien lo que ha de hacer con mis pequeños deseos, si tiene que decirlos o no... En definitiva, ella es la que tiene que juzgar, para no obligar a Dios a escucharme, para dejarle hacer en todo su voluntad. Esta noche he logrado poder consolaros un poco y estar muy amable, pero no debéis esperar verme así en el momento de la muerte... ¡No lo sé! Quizás, de repente, la Santísima Virgen ha hecho esto por su cuenta, sin decírselo a Dios; y en ese caso, eso no prueba nada para más tarde. No sé si iré al purgatorio, y no me preocupa en absoluto <3>; pero si voy, no lamentaré no haber hecho nada por evitarlo. Nunca me arrepentiré de haber trabajado únicamente por salvar almas. ¡Cuánto me alegra saber que N.M. santa Teresa pensaba lo mismo <4>! Madrecita querida, si algún día vuelves a ser priora <5>, no te preocupes, ya verás cómo no te va a costar tanto como la otra vez. Estarás por encima de todo. Dejarás que piensen y que digan lo que quieran, cumplirás en paz con tu deber... etc. ... etc. No hagas nunca nada por serlo, ni nada tampoco por no serlo... Por lo demás, te prometo que yo no dejaré que te elijan para serlo si eso es perjudicial para tu alma. Cuando la abracé: ¡Ya lo he dicho todo! En especial a mi Madrecita, para más tarde... Hermanitas, no os aflijáis si sufro mucho y si no veis en mí, como ya os he dicho, ninguna señal de felicidad en el momento de mi muerte. Nuestro Señor murió ciertamente víctima de amor, ¡y ya veis qué agonía fue la suya <6>...! Todo eso no significa nada. (*) Era durante la novena a Nuestra Señora de las Victorias para obtener su curación. 4.6.2 Un poco más tarde, al verla sufrir otra vez mucho, le dije: «Bueno, deseabas sufrir; pues Dios no lo ha olvidado». Deseaba sufrir y he sido escuchada. Desde hace varios días estoy sufriendo mucho. Una mañana, durante la acción de gracias después de la comunión, sentí unas angustias como de muerte... ¡y sin una pizca de consuelo! 4.6.3 Lo acepto todo por amor de Dios, hasta toda esa serie de pensamientos extravagantes que me vienen a la mente. 5 de junio 5.6.1 (Durante Maitines) Madrecita, he visto que me quieres con un amor desinteresado. Pues bien, si yo sé que tú eres mi madrecita, ¡un día tú sabrás que yo soy tú hijita! ¡Sí, cuánto te quiero! 5.6.2 He vuelto a leer la obra que compuse sobre Juana de Arco <7>. En ella podrás ver cuáles son mis sentimientos sobre la muerte; todos están allí expresados. Te gustará. Pero no creas que me parezco a Juana de Arco cuando por un momento tuvo miedo... Ella se mesaba los cabellos <8>... Yo no me tiro de mis «pequeños» cabellos... 5.6.3 Madrecita, tú fuiste quien me preparó para la primera comunión <9>, prepárame ahora para morir... 5.6.4 Si una mañana me encuentras muerta, no sufras: será que papá Dios habrá venido a buscarme con la mayor sencillez. Sin duda es una gracia muy grande recibir los sacramentos; pero cuando Dios no lo permite, también está bien, todo es gracia. 6 de junio 6.6.1 Te agradezco que hayas pedido que me diesen una partícula de la sagrada hostia. Aun así me ha costado mucho pasarla. ¡Pero qué feliz me sentía de tener a Dios en mi corazón! He llorado como el día de mi primera comunión <10>. 6.6.2 El Sr. Youf <11> me ha dicho acerca de mis tentaciones contra la fe: «No se detenga usted en eso, es muy peligroso». No es muy consolador oír una cosa así, pero afortunadamente no me impresiono por ello. Pero estáte tranquila, que no voy a devanarme los «sesitos» atormentándome. El Sr. Youf me ha dicho también: «¿Está usted resignada a morir?" Y yo le contesté: "Padre, me parece que sólo se necesita resignación para vivir; para morir, lo que yo siento es alegría». 6.6.3 Me pregunto cómo haré para morir. Sin embargo, quisiera salir de ese trance ¡«con honor»! En fin, creo que eso no depende de uno. (Pensaba en nosotras) 6.6.4 Cuando era niña, los grandes acontecimientos de mi vida me parecían montañas inalcanzables. Al ver a las niñas hacer la primera comunión, me decía a mí misma: ¿Cómo haré yo en mi primera comunión...? Más tarde: ¿Cómo haré para entrar en el Carmelo...? Y luego: ¿para tomar el hábito?, ¿para hacer la profesión? ¡Actualmente, es para morir <12>! 6.6.5 «Voy a hacerte fotografiar para complacer a nuestra Madre»<13>. Sonrió con aire travieso: Di más bien que es por ti... «¡Ciercecito, deja de soplar! No es por mí, es por mi compañero que no lleva chaqueta...». Me recordaba con ello una historieta de auverneses que papá nos contaba. Le ponía entonación, y venía muy a cuento, pues el compañero, aparentemente tan caritativo, en realidad abogaba en su favor. 6.6.6 Por miedo a producirle náuseas, no queríamos decirle que el jarabe que tomaba era jarabe de caracoles, pero ella se dio cuenta y se rió de nuestros temores. ¡Qué me importa tomar jarabe de caracoles, con tal que no vea los cuernos! ¡Ahora como caracoles, como los patitos! Ayer hacía como las avestruces: ¡comía huevos crudos! 6.6.7 ¡Te quiero mucho, mucho! 6.6.8 Le dije: «Los ángeles te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra». Respondió: Sí, eso está bien para ahora mismo; pues más tarde, después de mi muerte, ¡¡¡ya no encontraré ningún obstáculo!!! 6.6.9 Tras la visita del Dr. de Cornière <14>, que la había encontrado mejor, le dije: «¿Estás triste?». No, no... He encontrado en el Evangelio: «Pronto veréis al Hijo del Hombre sentado sobre las nubes del cielo». Yo respondí: «¿Cuándo, Señor?». Y en la página de enfrente leí estas palabras: «Hoy mismo». Pero todo esto... es para que no nos inquietemos por nada, ni por querer vivir ni morir... Y unos instantes después: ¡Sin embargo, tengo muchas ganas de irme! Le digo a la Santísima Virgen que haga ella lo que quiera. 7 de junio 7.6.1 _ Domingo _ <15> Durante algún tiempo estuvo sentada a mi lado en el banco al fondo del cementerio. Al final, apoyó tiernamente la cabeza sobre mi pecho y cantó a media voz: ¿Olvidarme de ti, Madre querida? ¡No, no, jamás! <16> Al bajar las escaleras, vio a la derecha, bajo el níspero, la gallinita blanca que tenía a todos sus polluelos recogidos bajo sus alas. Algunos sólo enseñaban su cabecita. Se paró a contemplarlos, muy pensativa. Al cabo de un poco, yo le hice señas de que era hora de volver. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Le dije: «¡Estás llorando!». Entonces se cubrió los ojos con la mano, llorando más todavía, y me respondió: En este momento no puedo decirte por qué, estoy demasiado emocionada... Por la noche, en su celda, me dijo con una expresión celestial: He llorado al pensar que Dios escogió esa comparación para hacernos creer en su ternura. ¡Eso es lo que ha hecho conmigo durante toda mi vida! ¡Me ha escondido totalmente bajo sus alas...! Luego, al separarnos, lloraba mientras subía la escalera, sin poder ya contenerme, y tenía prisa por volver a la celda. Mi corazón rebosaba de amor y de gratitud. 7.6.2 Hoy hace diez años que papá me dio esta florecita blanca cuando le hablé por primera vez de mi vocación <17>. (Y me enseñó la florecita). 7.6.3 Si no me hubieses educado bien, habrías visto cosas muy tristes <18>. Y no hubiera llorado hoy al ver la gallinita blanca... 8 de junio 8.6.1 Pronto vendréis todas conmigo; ¡ea, esto no durará mucho! A sor María de la Trinidad, que le pedía que se acordase de ella en el cielo: Aún no has visto más que el cascarón; pronto verás el pollito. 8.6.2 Le decía que yo no tenía ya apoyo alguno en la tierra. ¿Cómo que no? Sí que tienes un apoyo: me tienes a mí. 8.6.3 Habíamos hablado de esas largas enfermedades que con frecuencia cansan a las enfermeras, lo cual constituye un gran sufrimiento para las enfermas que se dan cuenta de ello. Yo acepto seguir como estoy hasta el final de una vida muy muy larga. Y si eso le agrada a Dios, acepto incluso que «me tomen ojeriza». 9 de junio 9.6.1 Se dice en el Evangelio que Dios vendrá como un ladrón. A mí vendrá a robarme con gran delicadeza. ¡Cómo me gustaría ayudar al L 9.6.2 ¡Qué feliz me siento hoy! _ ¿Es que ha pasado ya la prueba <19>? No, pero hay como una especie de tregua. Las serpientes malignas ya no silban en mis oídos... 9.6.3 ¡Con qué paz dejo que digan a mi alrededor que estoy mejor! La semana pasada estaba levantada, y me creían muy enferma. Esta semana no puedo tenerme en pie, estoy agotada, ¡y mira por dónde me creen ya sana! ¡Pero qué importa! _ Sin embargo, ¿tú crees que morirás pronto? Sí, espero irme pronto. La verdad es que no estoy mejor; me duele mucho el costado. Pero _siempre lo diré_ si Dios me cura, no sufriré la menor decepción. A sor María del Sagrado Corazón, que le decía: «¡Qué tristes nos vamos a quedar cuando nos dejes!». No, ya veréis, será como una lluvia de rosas <20>. 9.6.4 No tengo miedo al Ladrón... Lo veo a lo lejos y me guardo muy bien de gritar: ¡Al ladrón! Al contrario, lo llamo diciéndole: ¡Por aquí, por aquí! 9.6.5 Soy como un niñito en la estación del ferrocarril, que espera a sus papás para que lo suban al tren. ¡Pero ellos no vienen y el tren se va! Bueno, hay otros trenes y no todos los voy a perder... 10 de junio 10.6 Había mejorado, y le extrañaba. Tenía que esforzar por no dejarse llevar de la tristeza. ...La Santísima Virgen cumple bien mis encargos, ¡volveré a dárselos! Le repito con frecuencia: «Dile que por mí nunca se moleste»<21>. El ha comprendido, y eso es lo que hace. Yo ya no entiendo nada de mi enfermedad. ¡Ahora resulta que he mejorado! Sin embargo, me abandono y me siento feliz. ¡Qué sería de mí si abrigase la esperanza de morir pronto! ¡Cuántas decepciones! Pero no llevo ninguna, porque me contento con todo lo que Dios hace y sólo deseo su voluntad. 11 de junio 11.6.1 Había arrojado flores al San José de la huerta (al fondo del paseo de los castaños), diciendo con tono infantil y gracioso: «¡Toma!». _ ¿Por qué arrojas flores a san José? ¿Para obtener alguna gracia ¡No...! Es por complacerle... Yo no quiero dar para recibir. 11.6.2 Para escribir mi «pequeña» vida <22>, no me devano los sesos. Es como si estuviera pescando a caña: escribo lo que me sale. 12 de junio 12.6.1 No me creen tan enferma como estoy en realidad. Por eso me resulta más penoso verme privada de la comunión y del oficio divino. Pero mejor que nadie se preocupe ya por eso. Yo sufría mucho por ello, y había pedido a la Santísima Virgen que arreglase las cosas para que nadie sufriese. Y me escuchó. En cuanto a mí, no me importa que piensen o que digan lo que quieran. No veo razón para desconsolarme. 12.6.2 ¡Mañana no comulgaré! ¡Y tantas niñas recibirán a Dios <23>! (Había primeras comuniones en la parroquia de Santiago). 13 de junio 13.6 (En la huerta) Me da la impresión de ser una tela atirantada en el bastidor para que la borden, y que nadie viene a bordarla. ¡Espero y espero! Pero en vano... En fin..., no es nada extraño: ¡los niñitos no saben lo que quieren! Digo esto porque pienso en el Niño Jesús: él es quien me ha atirantado en el bastidor del sufrimiento para darse el gusto de bordarme y luego el de aflojarme para ir a mostrar allá arriba su precioso trabajo. Cuando hablo del Ladrón, no me refiero al Niño Jesús, me refiero al Dios «grande». 14 de junio 14.6 Ultimo día de la novena <24>. Se encontraba mucho mejor, nuevo motivo de decepción para ella, que sin embargo me dijo con una sonrisa: ¡Soy una niña curada! _ ¿Y eso te entristece? No..., momento a momento se puede soportar mucho. 15 de junio 15.6.1 El día 9, veía muy claramente a lo lejos el faro que me anunciaba el puerto del cielo, pero ahora ya no veo nada, tengo los ojos como vendados. Ese día veía al Ladrón; ahora ya no le veo en absoluto. Lo que me dicen sobre la muerte ya no penetra en mi interior; es como si resbalase sobre una losa. ¡Se acabó! La esperanza de la muerte se ha gastado. Sin duda es que Dios no quiere que piense en ella como antes de caer enferma. Entonces, ese pensamiento me era necesario y muy provechoso, y así lo sentía. Pero hoy ocurre lo contrario. Dios quiere que me abandone como un niñito que no se preocupa de lo que harán con él. 15.6.2 ¿Estás cansada de ver que tu estado se prolonga? ¡Debes de estar sufriendo mucho! Sí, pero «me place». _ ¿Por qué? Porque «le place» a Dios. (Empleaba esta palabra y algunas otras que no iban con su manera sencilla de expresarse normalmente, cuando quería encubrir su pensamiento de una manera que fuese entretenida para nosotras. Había adoptado también ciertas expresiones ingenuas, de las que se servía en la intimidad, y que en sus labios tenían mucha gracia.) 15.6.3 No sé cuándo moriré; ya no tengo la menor confianza en la enfermedad. Aun cuando me administrasen los sacramentos, seguiría creyendo que aún puedo dar marcha atrás. No estaré realmente segura de que me ha llegado el turno hasta que haya dado el paso y me vea en los brazos de Dios. 15.6.4 (Por la noche) ¡Cómo me gustaría decirte algo agradable! Sólo dime solamente si me olvidarás cuando estés en el cielo. ¡Si te olvidase, me parece que todos los santos me echarían del paraíso como a un búho feo! Madrecita, cuando esté allá arriba, "vendré y te llevaré conmigo, para que donde yo esté estés también tú". 15.6.5 Estoy contenta, no ofendo a Dios lo más mínimo durante mi enfermedad. Hace un poco, estaba yo escribiendo sobre la caridad (en el cuaderno de su Vida <25>), y con mucha frecuencia venían a interrumpirme; entonces, he procurado no impacientarme y poner en práctica lo que estaba escribiendo. 19 de junio* 19.6 Nuestra prima, la madre Margarita (superiora general en París de las religiosas Auxiliadoras del Inmaculado Corazón, enfermeras) me había enviado una preciosa canastilla repleta de lirios artificiales, para el día 21, fiesta de la madre María de Gonzaga. Le llevé la canastilla, diciéndole muy alegre: «¡Me la envía la Superiora General de las Auxiliadoras!». Me respondió de repente, en un arranque y con cariño: ¡La Superiora General de mi corazón eres tú! 20 de junio 20.6 Le estaba enseñando las pequeñas fotografías de la Virgen Madre que yo había pintado para el santo de nuestra Madre <26>. Puso las manos sobre las miniaturas extendidas ante sus ojos y, separando los dedos, consiguió tocar todas las cabecitas del Niño Jesús. Entonces me dijo: Los tengo a todos bajo mi dominio... 22 de junio 22.6 Estaba en la huerta, en el coche <27>. Cuando me acerqué a ella por la tarde, me dijo: ¡Qué bien que entiendo las palabras de Nuestro Señor a nuestra Madre santa Teresa! «¿Sabes, hija mía, quiénes son los que aman de verdad? Los que reconocen que todo lo que no se refiere a mí no es más que mentira» <28>. ¡Qué gran verdad me parece esto, Madrecita! Sí, fuera de Dios, todo es vanidad. 23 de junio 23.6 Le decía yo: «¡Ay, yo no tendré nada que dar a Dios a mi muerte: tengo las manos vacías! Y eso me entristece mucho. Claro, tú no eres como «el bebé» <29> (algunas veces se daba a sí misma este nombre), que sin embargo se encuentra también en esas mismas condiciones... Aunque yo hubiese realizado todas las obras de san Pablo, seguiría creyéndome un «siervo inútil»; y eso es precisamente lo que constituye mi alegría, pues, al no tener nada, lo recibiré todo de Dios». 25 de junio 25.6.1 Fiesta del Sagrado Corazón. La habíamos instalado en la biblioteca porque en su celda daba mucho el sol. Durante el sermón, había cogido un libro de la Propagación de la Fe. A continuación, me mostró un pasaje en el que se hablaba de la aparición de una hermosa Señora, vestida de blanco, al lado de un niño recién bautizado, y me dijo: Más tarde, también yo iré así junto a los niños recién bautizados... 25.6.2 Durante el sermón he hecho novillos, sentía que era fiesta. No todos los días me puedo permitir eso. Considero mi cuaderno (su Vida) como mi pequeña tarea escolar. 26 de junio 26.6 Ayer me dolió mucho el costado, luego... ¡esta mañana cesó el dolor! ¡Ay, cuándo me iré con Dios! ¡Cómo me gustaría irme al cielo! 27 de junio 27.6 Cuando esté en el cielo, les diré a todos los santos tantas cosas hermosas sobre mi Madrecita, que les entrarán muchas ganas de llevársela. Estaré siempre con mi Madrecita; les pediré a los santos que vengan conmigo a los lóbregos sótanos para protegerla, y si no quieren, pues bueno, vendré yo solita. Se refería con eso a una pequeña aventura que me había acaecido ese mismo día en la bodega de la sacristía. 29 de junio 29.6.1 ... Mira lo que ha pasado: como yo estaba a punto de morir, los angelitos hicieron toda clase de hermosos preparativos para recibirme; pero se cansaron y se quedaron dormidos. ¡Ay, los niñitos duermen mucho!, no se sabe cuándo despertarán... (Nos contaba con frecuencia historietas de éstas para distraernos de sus sufrimientos de alma y de cuerpo)<30>. 29.6.2 ¡Me sentiré muy desdichada en el cielo si no puedo dar pequeñas alegrías en la tierra a los que amo! 29.6.3 Por la noche se acentuó más su prueba interior, y ciertos comentarios la habían hecho sufrir. Me dijo Mi alma está desterrada, el cielo está cerrado para mí, y aquí en la tierra, también la prueba. ... Ya veo que no me creen enferma, pero es Dios quien lo permite. 29.6.4 Estaré contenta en el cielo si compones unos bonitos versos para mí; me parece que eso les va a gustar los santos. 30 de junio 30.6.1 Le hablaba de ciertos santos que llevaron una vida extraordinaria, como san Simón Estilita <31>. Me dijo: Yo prefiero a los santos que no tienen miedo a nada, como santa Cecilia, que se casa sin temer nada... 31.6.2 Mi tío había pedido que bajase con nosotras al locutorio, y, como de costumbre, ella no había hablado casi nada. ¡Qué acobardada me sentía con mi tío en el locutorio! Al volver, reñí mucho a una novicia, no me conocía a mí misma. ¡Qué contrastes hay en mi carácter! Mi timidez proviene del gran malestar que experimento cuando se ocupan de mí <32>. NOTAS Junio Los primeros días del mes de junio están marcados por un empeoramiento brusco de la enferma. El día 5, víspera de Pentecostés, es grande la inquietud. La comunidad está consternada, y la madre priora empieza una novena a Nuestra Señora de las Victorias. Para suplir la alimentación, que es casi nula, el médico prescribe un régimen a base de leche. Hasta el 15 de junio, Teresa habla una veintena de veces sobre su muerte como muy próxima. Luego, la situación se estabiliza: junio aparece como el mes de la espera dolorosa. La madre Inés de Jesús consigue de la madre María de Gonzaga que Teresa complete su autobiografía. Así pues, a partir del 4 de junio la enferma consagra el resto de sus fuerzas a la redacción del Manuscrito C. Las que la rodean apenas sospechan que está redactando, a punta de pluma, su testamento espiritual que, a partir del año siguiente, llevará a cabo la conquista del mundo. El lunes de Pentecostés, día 7 de junio, en previsión del santo de la madre María de Gonzaga, y «en vista de la proximidad de mi muerte» (Cta 258), sor Genoveva fotografió a su hermana en tres poses sucesivas, tres documentos de incomparable valor para la historia (cf VTL nn. 41, 42, 43 Dieciséis cartas o billetes de Teresa llevan la fecha de este mes de junio (Cta 233 a 248). 1 Cf nota 37 del mes de agosto. 2 PN 24,27. 3 Acerca del purgatorio cf 8.7.15; 30.7.3; Ms A 84rº/vº; Cta 226; PN 17,6; 23,8; UC p. 615; y deposiciones en los Procesos. 4 Cf SANTA TERESA DE JESÚS, C 3,6. 5 La madre Inés fue priora desde 1902 hasta su muerte (1951), con una interrupción de dieciocho meses en 1908-1909. 6 Cf 4.7.2. Y sobre la muerte de amor: Ms C 7vº/8rº; Cta 242 y 255; PN 17,14; 18,52; 24,26; 31,6; Or 6; CA 27.7.5; 15.8.1; 30.9 (Apéndice). 7 RP 3. 8 Teresa pudo leer este detalle en Jeanne d'Arc de H. Wallon, p. 343. Sobre el miedo de Juana de Arco ante la muerte, cf RP 3,16vº/19rº. Teresa volverá a evocar a su heroína en 20.7.6; 27.7.6; 10.8.4. 9 Cf Ms A 33rº. 10 Cf Ms A 35rº/vº. 11 El capellán del Carmelo. 12 Cf 6.6.3; 31.7.4; 29.9.2; 30.9 (Apéndice). 13 La madre María de Gonzaga, priora. 14 El médico. 15 Domingo de Pentecostés, en realidad el 6 de junio. 16 Pasaje de un canto de la época, titulado: «Nous t'oublier, Mère cherie?» 17 El 29 de mayo de 1887, día de Pentecostés; cf Ms A 50rº/vº. 18 Teresa escribió «tistes», en vez de «tristes». 19 Cf la nota 20 del mes de mayo. 20 Comparación tomada de la Histoire de saint Louis de Gonzaga (que se estaba leyendo en el refectorio), p. 411. 21 PN 54,16. 22 El Manuscrito C. 23 Aunque todavía se levanta un poco, Teresa ya casi no asiste a Misa ni al Oficio divino (12.6.1). Pero su estado no se considera todavía lo suficientemente grave como para que el sacerdote entre en clausura a llevarle la Eucaristía. 24 En realidad, se terminó el domingo día 13. 25 Cf Ms C 17rº. 26 Fiesta de san Luis Gonzaga, el 21 de junio. Para esta ocasión Teresa compuso aún algunos versos: PS 6. 27 Coche de enfermo utilizado por el señor Martin y más tarde donado al Carmelo. 28 Sainte Thérèse d'Avila, Vie par elle-même, chap. XI. [Las palabras textuales de la Santa son: «¿Sabes qué es amarme con verdad? Entender que todo es mentira lo que no es agradable a mí», y se encuentran en V 40,1. N. del T.] 29 Cf Cta 237, 254, 255, 257; CA 7.7.1; 29.7.8; 31.7.4; 2.8.5; 18.8.2; 19.8.4; 20.8.1; 21.8.2; 30.9. Pero a sor María del Sagrado Corazón Teresa le precisará: «Un bebé que es un anciano» (PA 231). En ese mismo sentido encontraremos «infantil» en CA 11.6.1; 10.7.3; 25.8.3; 5.9.1; 29.9.3. Pero, como se ha señalado (Prières, p. 129), en esa actitud no existe la más mínima cursilería. 30 Cf 9.7.9. 31 Santo del Oriente que vivió largos años en lo alto de una columna, y de ahí su nombre. 32 Cf Ms A 13rº/vº. 2 de julio Por la tarde, fue por última vez al oratorio a orar ante el Santísimo; pero estaba al límite de sus fuerzas. Yo la veía mirar largamente a la hostia, y adiviné que lo hacía sin experimentar ningún consuelo pero con una gran paz en el fondo del alma. Recuerdo que por la mañana, después de Misa, cuando la comunidad se dirigía al oratorio para la acción de gracias, nadie pensó en sostenerla. Caminaba muy despacito, arrimada a la pared. No me atreví a ofrecerle el brazo. 3 de julio 3.7.1 Había muerto una de nuestras amigas <1>, y el doctor de Cornière había hablado delante de ella de su enfermedad, una especie de tumor que no había podido definir exactamente. Aquel caso le interesaba vivamente desde el punto de vista médico. «Qué lástima _dijo_ que no haya podido hacerle la autopsia!». Ella me dijo más tarde: ¡Ay, así de indiferentes somos los unos con los otros en la tierra! ¿Se diría eso mismo si se tratase de una madre o de una hermana? ¡Qué ganas tengo de irme de este triste mundo! 3.7.2 Le confiaba mis sentimientos de tristeza y desaliento después de una falta. ... Tú no haces como yo. Cuando yo cometo una falta que me pone triste, sé muy bien que esa tristeza es la consecuencia de mi debilidad. ¿Pero crees que me quedo en eso? ¡No, no soy tan tonta! Corro a decirle Dios: Dios mío, sé que he merecido este sentimiento de tristeza, pero déjame que te lo ofrezca igualmente como una prueba que me envías con amor. Lamento mi pecado, pero me alegro de poder ofrecerte este sufrimiento 3.7.3 ¿Cómo es que deseas morir con esa prueba contra la fe que nunca acaba? ¡Ya! ¡Pero creo en el Ladrón! Es sobre el cielo sobre lo que recaen todas las dudas. ¡Qué extraño e incoherente! 3.7.4 Como la leche le sentaba mal y de momento no podía tomar ninguna otra cosa, el Sr. de C.<2> había prescrito una especie de leche condensada que se vendía en las farmacias con el nombre de "leche maternizada". Por diversas razones, esta prescripción la apenó, y cuando vio llegar las botellas se echó a llorar a lágrima viva. Por la tarde sintió necesidad de desahogarse, y nos dijo con expresión triste y dulce a la vez: Necesito un alimento para el alma; leedme la vida de un santo. ¿Quieres la vida de san Francisco de Asís? Te distraerá cuando habla de los pajarillos. No, no para distraerme, sino para ver ejemplos de humildad. 3.7.5 Cuando estés muerta, te pondrán una palma en la mano <3>. Si, pero tendré que poder soltarla cuando quiera, para poder dar a mi Madrecita gracias a manos llenas. Tengo que poder hacer todo lo que me guste. 3.7.6 (Por la noche) ¡Hasta los santos me abandonan! Durante Maitines le pedí a san Antonio que me ayudase a encontrar el pañuelo que había perdido. ¿Crees que me ha escuchado? ¡Se guardó <4> muy bien de hacerlo! Pero no importa: le he dicho que, a pesar de todo, lo quiero mucho. 3.7.7 Durante Maitines, veía brillar las estrellas, y además escuchaba el Oficio divino. Y me gustaba. (La ventana de su celda estaba abierta.) 4 de julio 4.7.1 Dios me ha ayudado y he superado mi tristeza a propósito de la leche maternizada... 4.7.2 (Por la noche) Nuestro Señor murió en la cruz entre angustias, y sin embargo la suya fue la más hermosa muerte de amor. Es la única que se ha visto; la de la Santísima Virgen no se vio. Morir de amor <5> no es morir entre arrobamientos. Te lo confieso francamente: me parece que eso es lo que yo estoy viviendo. 4.7.3 ¡Presiento que vas a sufrir mucho! ¿Y qué importa? El sufrimiento podrá llegar a límites extremos, pero estoy segura de que Dios nunca me abandonará. 4.7.4 Estoy muy agradecida al P. Alejo <6>, me ha hecho mucho bien. El P. Pichon <7> me trataba demasiado como a una niña; con todo, también él me hizo mucho bien cuando me dijo que no había cometido ningún pecado mortal. 5 de julio 5.7.1 Le hablaba de mis debilidades, y me dijo: También yo tengo debilidades, pero me alegro de ello. Tampoco yo estoy siempre por encima de las naderías de la tierra. Por ejemplo, si me da rabia por una tontería que he dicho o que he hecho, me recojo en mi interior y me digo a mí misma: ¡Vaya, sigo todavía en el mismo punto que antes! Pero me lo digo con gran suavidad y sin tristeza. ¡Es tan bueno sentirse uno débil y pequeño! 5.7.2 No estés triste por verme enferma, Madrecita, pues ya vez lo feliz que me hace Dios. Yo estoy siempre alegre y contenta <8>. 5.7.3 Después de mirar una estampa que representaba a Nuestro Señor con dos niñitos, el más pequeño de los cuales está sobre sus rodillas y el otro a sus pies, besándole la mano: Yo soy ese pequeñito que se ha subido a las rodillas de Jesús, que estira tan graciosamente su piernecita, que levanta la cabecita y le acaricia sin temor. El otro pequeño no me gusta tanto. Se comporta como una persona mayor; le han dicho algo..., sabe que hay que tratar con respeto a Jesús... 6 de julio 6.7.1 Acababa de expectorar sangre. Yo le dije: ¿Así que vas a dejarnos? ¡Qué va! El Sr. abate <9> me ha dicho: «Será para ti un gran sacrificio dejar a tus hermanas» Yo le he contestado: «Pero, Padre, creo que no las dejaré; al contrario, después de mi muerte estaré mucho más cerca de ellas» <10>. 6.7.2 Creo que ante la muerte tendré que tener la misma paciencia que para los demás acontecimientos importantes de mi vida. Fíjate: entré joven en el Carmelo, y, sin embargo, cuando todo estaba ya decidido, tuve que esperar tres meses; para la toma de hábito, lo mismo; para la profesión, otra vez lo mismo <11>. Pues bien, para mi muerte será también lo mismo: llegará pronto, pero tendré todavía que esperar. 6.7.3 Cuando esté en el cielo, me acercaré a Dios, como la sobrinita de sor Isabel <12> ante la reja del locutorio. Ya sabes, cuando recitaba su felicitación y terminaba con una reverencia, levantando los brazos y diciendo: "Felicidad para todos los que amo". Dios me preguntará: "¿Qué quieres, hijita?" Y yo contestaré: "Felicidad para todos los que amo". Y haré lo mismo ante delante de todos los santos. Estás hoy muy alegre, parece que ves al Ladrón. Sí, cada vez que me pongo peor, le vuelvo a ver. Pero aun cuando no lo viese, lo quiero tanto que estoy siempre contenta con lo que hace. No le amaría menos si no viniese a robarme, al contrario... Cuando me engaña, le hago toda suerte de cumplidos; ya no sabe qué hacer conmigo. 6.7.4 He leído un pasaje precioso en los Comentarios sobre la Imitación <13>. Es un pensamiento del Sr. de Lamennais _¡mala suerte!_, pero es precioso a pesar de todo. (Ella creía, y nosotras también, que el abate Lamennais había muerto impenitente.) Nuestro Señor, en el Huerto de los Olivos, gozaba de todas las delicias de la Trinidad, y si embargo su agonía no fue por eso menos cruel. Es un misterio, pero os aseguro que comprendo algo de él por lo que yo misma estoy viviendo. 6.7.5 Estaba poniendo yo una lámpara ante la Virgen de la Sonrisa <14>, para conseguir que dejase de expectorar sangre. ¿No te alegras, pues, de que me muera? Para alegrarme yo, tendría que seguir expectorando sangre. ¡Pero, por hoy, se acabó!. 6.7.6 Ocho y cuarto de la mañana. Le llevé su lámpara, que se habían olvidado de subirle. Le había prestado otros pequeños servicios. Se mostró muy emocionada y me dijo: Siempre te has portado así conmigo... No sé expresarte mi gratitud. Y secándose las lágrimas: Lloro porque me siento muy conmovida por todo lo que has hecho por mí desde mi infancia. ¡Cuantísimo te debo! Pero cuando esté en el cielo, diré la verdad, diré a los santos: todo lo que os gusta de mí me lo ha dado mi Madrecita. 6.7.7 ¿Cuándo llegará el juicio final? ¡Cómo me gustaría estar y en ese momento! ¡¿Y después, qué habrá...?! 6.7.8 Hago muchos pequeños sacrificios... 7 de julio 7.7.1 Después de haber vuelto a expectorar sangre: El bebé va a ir pronto a ver a Dios... ¿Tienes miedo a la muerte, ahora que la ves tan de cerca? ¡No, cada vez menos! ¿Tienes miedo al Ladrón? ¡Esta vez está a la puerta! No, no está a la puerta, ya ha entrado. ¿Pero qué estás diciendo, Madrecita? ¿Que si tengo miedo al Ladrón? ¡¿Cómo quieres que tenga miedo a alguien a quien amo tanto?! 7.7.2 Le pedí que me volviera a contar lo que le había ocurrido después de su ofrenda al Amor <15>. Empezó diciéndome: Madrecita, te lo confié aquel mismo día, pero no me prestaste atención. (En efecto, había aparentado no darle a la cosa ninguna importancia.) Comenzaba a hacer viacrucis cuando de pronto me sentí presa de un amor tan intenso hacia Dios, que no lo puedo explicar sino diciendo que era como si me hubiesen metido toda entera en el fuego. ¡Qué fuego aquél y al mismo tiempo qué dulzura! Me abrasaba de amor, y sentía que un minuto, un segundo más, y no hubiese podido soportar aquel ardor sin morir. Entonces comprendí lo que dicen los santos sobre esos estados que ellos experimentaron tantas veces. Yo no lo probé más que una vez, y un solo instante, y luego volví a caer enseguida en mi habitual sequedad. Un poco más tarde: A partir de los 14 años, he tenido también otros ímpetus de amor. ¡Ay, cómo amaba a Dios <16>! Pero no era, en absoluto, como después de mi ofrenda al Amor, no era una verdadera llama que me quemase. 7.7.3 Desde niña, me encantaban estas palabras de Job: «Aunque Dios me matara, seguiría esperando en él» <17>. Pero he tardado mucho tiempo en llegar a este grado de abandono. Ahora ya estoy en él; Dios me ha introducido en él, me ha instalado en él... 7.7.4 Le pedía que dijese algunas palabras amables y edificantes al Dr. de Cornière. Madrecita, no es ése mi estilo... Que el Sr. de Cornière piense lo que quiera. Sólo amo la sencillez y aborrezco el «fingimiento». Te aseguro que si hiciera lo que deseas estaría mal por mi parte 7.7.5 En fin, tengo la impresión de que estoy realmente muy enferma. No olvidaré nunca la escena de esta mañana mientras expectoraba sangre: el Sr. de Cornière parecía consternado. 7.7.6 Ya ves, Dios me trata tan dulcemente en atención a ti. Nada de vejigatorios, sólo remedios suaves. Sufro, pero no como para gritar. Tras un momento, con aire travieso: Sin embargo, Dios nos ha mandado pruebas como para «gritar»..., y, no obstante, no hemos «gritado»... (Aludía a nuestra gran tribulación familiar <19>.9 En cuanto a los «remedios suaves», no siempre lo fueron, y sus sufrimientos llegaron a ser terribles. 7.7.7 Soy como un pobre «lobito gris» que tiene muchas ganas de volver a su selva y que se le obliga a vivir en las casas. (En los Buissonnets, nuestro padre la llamaba algunas veces «mi lobito gris»). 7.7.8 Acabo de ver sobre el muro un gorrioncillo que esperaba pacientemente, lanzando de vez en cuando un gritito de llamada, a que su padre viniera a buscarlo para darle de comer. Y he pensado que yo me parecía a él. 7.7.9 Le decía que me gustaban mucho los cumplidos. Me acordaré en el cielo... 8 de julio 8.7.1 Se encontraba tan enferma, que se hablaba ya de administrarle la extremaunción. Aquel día, la bajaron de su celda a la enfermería. Ya no podía sostenerse y tuvieron que llevarla. Estando todavía en su celda, y viendo que se pensaba en darla la extremaunción, dijo con un tono de gozosa sorpresa: ¡Me parece estar soñando...! En fin, no están locos... (El Sr. abate Youf y el Sr. de Cornière.) Sólo tengo miedo de una cosa; de que esto vaya a cambiar. 8.7.2 Quiso examinarse conmigo de los pecados que hubiese podido cometer con los sentidos, para acusarse de ellos antes de recibir la extremaunción. Estábamos en el olfato, y me dijo: Recuerdo que en mi último viaje de Alençon a Lisieux <20>, me serví de un frasco de agua de Colonia que la Sra. Tifenne (*) me había regalado, y lo hice sintiendo placer. (*) (Una amiga de la familia.) 8.7.3 Queríamos hablarle todas a la vez. ¡Mucha gente tiene algo que decir! 8.7.4 Estaba rebosante de alegría y se esforzaba por comunicárnosla. Si cuando esté en el cielo no puedo volver a la tierra para haceros algunas «bromitas», me iré a llorar a un «rincón» <21>. 8.7.5 A mí: Tienes larga la nariz, más tarde tendrás buen olfato <22>... 8.7.6 Mirando sus manos enflaquecidas: Esto se está convirtiendo ya en un esqueleto, y «me pace» <23>. 8.7.7 ¿Sabes?, pronto seré una «moribunda». ... Y eso me produce la impresión de que fuera una cucaña: he dado más de un resbalón, pero luego, de pronto, ¡ya estoy arriba! 8.7.8 Prefiero ser reducida a polvo a conservarme incorrupta como santa Catalina de Bolonia <24>. No conozco más que a san Crispín que haya salido con honor del sepulcro. El cuerpo de este santo se encuentra admirablemente conservado en su convento de los franciscanos de Roma. 8.7.9 Hablando consigo misma: ¿"No hay más que hacer que estarse ahí agonizando..."? Pero a fin de cuentas, ¡qué importa! Ya alguna vez me he visto cubierta de injurias por tonterías <25>. 8.7.10 Con expresión seria y dulce a la vez, ya no me acuerdo por qué razón pero sé que había sido incomprendida: La Santísima Virgen hizo muy guardándolo todo en su "pequeño" corazón... No se me puede reprochar a mí que quiera actuar como ella... 8.7.11 Los angelitos se han divertido mucho gastándome pequeñas bromas. Se han dedicado a esconderme la luz que me señalaba mi cercano final. ¿Han escondido también a la Santísima Virgen? No, la Santísima Virgen nunca estará escondida para mía, pues la quiero demasiado. 8.7.12 Tengo grandes de recibir la extremaunción; si luego se ríen de mí, ¡lo siento! (Si recobraba la salud, pues sabía que algunas hermanas no la creían en peligro de muerte.) 8.7.13 Seguro que lloraré al ver a Dios... Pero no, en el cielo no se puede llorar... O sí, ya él mismo ha dicho: «Enjugaré las lágrimas de vuestros ojos». 8.7.14 Te ofrezco los pequeños frutos de mi alegría tal como Dios me los da <26>. En el cielo alcanzaré muchas gracias para todos los que me han ayudado. Para la Madrecita, todo. Aunque no todo te sirva, habrá mucho para divertirte <27>. 8.7.15 ¡Si supieras lo bondadoso que va a ser Dios conmigo! Pero si es un poquito menos bondadoso, a mí me seguirá pareciendo bondadoso... Si voy al purgatorio, me sentiré muy contenta, haré como los tres hebreos en el horno: me pasearé por entre las llamas cantando el cántico del amor. ¡Qué feliz me sentiría si, yendo al purgatorio, pudiese librar a otras almas y sufrir en su lugar, pues entonces haría el bien, libertaría a los cautivos! 8.7.16 Me previno de que, más tarde, un gran número de jóvenes sacerdotes, al saber que ella había sido dada por hermana espiritual a dos misioneros <28>, nos pedirían ese mismo favor. Y me advirtió que esto podría constituir un gran peligro. Cualquiera podría escribir lo que yo escribo, y recibiría los mismos cumplidos y la misma confianza. Nosotras sólo podemos ser útiles a la Iglesia con la oración y el sacrificio. La correspondencia epistolar debe ser muy muy rara, y no se debe permitir en absoluto a ciertas religiosas que vivirían pendientes de ella, creerían hacer maravillas, y en realidad no harían más que perjudicar a su alma y tal vez caer en los lazos sutiles del demonio <29>. Insistiendo aún más en ello: Madre mía, lo que acabo de decirte es muy importante, te pido por favor que no lo olvides más tarde. En e Carmelo, no se ha de acuñar moneda falsa para comprar almas... Y con frecuencia las bellas palabras que se escriben y las bellas palabras que se reciben son moneda falsa. 8.7.17 Para hacernos reír: Quisiera que me pusiesen en una cajita de Gennin, y no en el ataúd. Jugaba con la palabra «ataúd». Habían enviado al Carmelo unas preciosas flores artificiales en cajas de madera, alargadas y muy bien acondicionadas, de la Casa Gennin de París. 8.7.18 ... Trae mucho bien consigo el sufrimiento. Nos lleva a ser observantes y caritativas. 9 de julio 9.7.1 No quería caras tristes a su alrededor, y tampoco en casa de mi tío. Quiero que en La Musse estén todos «de boda». Yo lo estoy espiritualmente todo el día. No es una boda muy alegre, que digamos. Pues a mí me parece muy alegre. 9.7.2 Sor Genoveva me va a necesitar... Pero volveré. 9.7.3 Tras la visita de Nuestro Padre <30>, le comenté que no las había ingeniado para conseguir que le administraran los últimos sacramentos, que cuando tenía visitas no daba la impresión de estar muy enferma. ¡No conozco el oficio <31>! 9.7.4 .¡...Quisiera irme ya...! 9.7.5 Seguramente morirás el 16 de julio, fiesta de Nuestra Señora del Carmen, o el 6 de agosto, fiesta de la Santa Faz <32>. Come todos los «dátiles» <31a> que quieras, yo no quiero ya comerlos... Ya me he engañado demasiado con las fechas. 9.7.6 ... ¿Por qué iba a estar yo más a cubierto que cualquier otra de tener miedo a la muerte? Yo no digo, como san Pedro: «Yo nunca te negaré». 9.7.7 Hablábamos de la santa pobreza: ¡Santa Pobreza! ¡Qué curioso, una santa que no irá al cielo! 9.7.8 Yo había estado triste: Mi amor debería consolarte. Y a las que estaban presentes: Ya me pondré de acuerdo con mi Madrecita. Por la noche, a mí sola: Vamos, yo no me engaño, sé muy bien que todo lo que haces por mí lo haces por amor... 9.7.9 Habían cogido un ratón en la enfermería. Ella nos inventó toda una historieta, pidiéndonos que le trajésemos el ratón herido, que ella lo acostaría a su lado y lo haría auscultar por el médico. Nos reímos de buena gana, y estaba contenta de habernos distraído. 10 de julio 10.7.1 ... Los niñitos no se condenan. 10.7.2 Lo que has escrito <32> podría muy bien llegar un día hasta el Santo Padre. Riéndose: Et nunc et semper! 10.7.3 Señalándome con gesto infantil la estampa de la Santísima Virgen amamantando a Niño Jesús <34>: ¡Esa leche sí que es buena! Habrá que decírselo al Sr. de Cornière <35>. 10.7.4 Era sábado, y a medianoche noche había expectorado sangre. El Ladrón ha convertido en ladrona a su mamá... Y entonces ella vino a medianoche para obligar al Ladrón a descubrirse... O a lo mejor vino ella sola, si el Ladrón no quiso venir. 10.7.5 No me prolongarán la vida ni un minuto más de lo que quiera el Ladrón. 10.7.6 A mí sola: Te preocupas demasiado por cosas que no valen la pena. 10.7.7 Sonriendo: ... Cuando has hecho algo así, es todavía peor que temas demasiado las consecuencias... 10.7.8 Eres como un pajarillo miedoso que nunca ha vivido entre la gente, siempre tienes miedo a que te atrapen. Yo nunca he tenido miedo a nadie; he ido siempre adonde he querido... Yo me habría deslizado entre sus piernas... 10.7.9 Tenía el crucifijo entre las manos, y después de besarlo a las 3 de la tarde <36>, hizo ademán de querer quitarle la corona y los clavos. 10.7.10 Volviendo sobre el percance de la noche anterior <37>, dijo con gran salero, mirando a la estampa de la Virgen Madre que estaba prendida en la cortina al fondo de su lecho: La Santísima Virgen no es ladrona de nacimiento... pero desde que tuvo a su Hijo él le enseñó el oficio... 10.7.11 Hablábamos de la muerte y de las contracciones que en ese momento se producen con frecuencia en el rostro. Ella replicó: Si me ocurre a mí eso, no os entristezcáis, pues inmediatamente después no tendré más que sonrisas. Sor Genoveva estaba mirando la tapa de una caja_regalo de bautismo, y dijo que la linda cabecita que veía en ella le podría servir de modelo para una cabeza de ángel. Nuestra Teresita mostró deseos de verla, pero a nadie se le ocurrió enseñársela, y ella no dijo nada. Yo lo supe más tarde. 10.7.12 ¿Qué pensaré al mirar la ventana de tu celda cuando hayas dejado la tierra? Se me partirá el corazón. Pensarás que soy muy feliz, que allí yo he luchado y sufrido mucho... Me habría gustado morir en ella. 10.7.13 (Durante Maitines) Le viene a la mente que no está gravemente en enferma, que el doctor se equivoca acerca de su estado de salud. Me confía sus temores y añade: Si mi alma no estuviese de antemano totalmente dominada por el abandono a la voluntad de Dios, si tuviese que dejarse inundar por los sentimientos de alegría o de tristeza que se suceden tan rápidamente unos a otros en la tierra, sería una oleada de dolor muy amarga y no podría soportarla. Pero estas alteraciones sólo llegan a rozar la superficie de mi alma... ¡Sin embargo, son pruebas muy duras! 10.7.14 ... Creo que no es la Santísima Virgen la que me hace esas jugarretas... Más bien, se ve obligada a ello por Dios... Él le dice que me pruebe para que yo le dé más pruebas de abandono y de amor. 10.7.15 A mí sola: ... Tú estás siempre ahí para consolarme... Tú llenas mis últimos días de ternura. 11 de julio 11.7.1 Recita toda esta estrofa: «Puesto que el Rey del cielo quiso ver a su Madre sometida a la noche, sometida a la angustia del corazón, ¿será, acaso, merced sufrir aquí en la tierra»<38>? etc.......................... ¿Así que ya no ves a la «Ladrona»? ¡Sí, sí que la veo! ¡Tú no lo entiendes! Ella es muy libre de no robarme... «Miro a la derecha..., y nadie me conoce» ...Sólo Dios puede comprenderme. 11.7.2 Durante Maitines. Me habló de sus oraciones de antaño, por la noche durante el silencio del verano, y me dijo que entonces había sabido por experiencia los que es un «vuelo del espíritu» <39>. Me habló también de otra gracia de este género que recibió en la gruta de santa María Magdalena <40>, en el mes de julio de 1889, gracia a la que siguieron varios días de «quietud» <41>. ... Era como si me hubiesen corrido un velo sobre todas las cosas de la tierra... Estaba totalmente escondida bajo el mando de la Santísima Virgen. En esos días yo estaba encargada del refectorio, y recuerdo que hacía las cosas como si no las hiciese, era como si me hubiesen prestado un cuerpo. Estuve así durante toda una semana. 11.7.3 Le hablaba yo del manuscrito de su vida y del bien que iba a hacer a las almas. ...¡Pero qué bien se verá que todo viene de Dios! Y lo que a mí me quepa de gloria, será un don gratuito que no me pertenecerá. Todos lo entenderán así... 11.7.4 Me habló de la comunión de los santos, y me explicó cómo los bienes de los unos serán los bienes de los otros <42>. ... Como una madre está orgullosa de sus hijos, así lo estaremos nosotros unos de otros, sin la menor envidia. 11.7.4 ¡Ay, qué poco he vivido! Siempre me ha parecido muy corta la vida. Me parece que fueron ayer los días de mi niñez <43>. 11.7.6 Podría creerse que si tengo una confianza tan grande en Dios es porque no he pecado <44>. Madre mía, di muy claro que, aunque hubiera cometido todos los crímenes posibles, seguiría teniendo la misma confianza; sé que toda esa multitud de ofensas sería como una gota de agua arrojada en una hoguera encendida. Y luego cuenta la historia de la pecadora convertida que murió de amor. Las almas comprenderán enseguida, pues es un ejemplo palpable de lo que quiero decir. Pero estas cosas no pueden explicarse (*). (*) En las Novissima Verba se completa de esta manera: Este es el dato que me dictó textualmente: «Se cuenta en la vida de los Padres del desierto que uno de ellos convirtió a una pecadora pública cuyos desórdenes escandalizaban a toda la comarca. Esta pecadora, tocada por la gracia, seguía al santo al desierto para hacer allí una rigurosa penitencia, cuando, la primera noche del viaje, antes incluso de haber llegado al lugar de su retiro, sus lazos mortales se rompieron por la impetuosidad de su arrepentimiento lleno de amor, y en aquel mismo instante el solitario vio cómo su alma era llevada por los ángeles al seno de Dios. Este es un ejemplo palpable de lo que quiero decir, pero estas cosas no pueden explicarse...». [Cf UC, II, Anexos, p. 145. El texto completo de la "historia" puede verse en SANTA TERESA DEL NIÑO JESUS Manuscritos autobiográficos, Burgos, Monte Carmelo, 1958, Apéndice V, pp. 394_396. N. del T.] 11.7.7 Durante la charla de la noche, me repitió estos versos de «La joven tuberculosa», según creo <45>. Y lo hizo con una expresión tan dulce... ... Mis días están contados, la tierra voy a dejar, voy a deciros adiós sin esperanza posible de volver. Tú que me amaste y que fuiste mi buen ángel tutelar, deja caer sobre mí dulces miradas de amor. Y cuando veas que caen, que caen ya las hojas muertas, si me amaste, reza por mí al Señor. 11.7.8 ... Una gran paz en mi alma... Mi barquilla ha sido puesta a flote. Sé que no me repondré, pero estoy resignada a seguir enferma varios meses, todo el tiempo que Dios quiera. 11.7.9 ¡Cómo te ha favorecido Dios! ¿Qué piensas de esa predilección? Pienso que «el Espíritu de Dios sopla conde quiere». 12 de julio 12.7.1 CONTINUARA ........

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