Wikipedia

Resultados de la búsqueda

jueves, 25 de abril de 2013

SANTA CATALINA LABOURE . ESCRITOS CONFIQANZA Y SENCILLEZ DE UN ALMA INOCENTE---------POR RITA AMODEI

-"Llegué al Seminario el 21 de abril de 1830, que era el miércoles antes de la traslación de las reliquias de San Vicente de Paúl, feliz y contenta por haber llegado a este gran día de fiesta. Pedía a San Vicente todas las gracias que me eran necesarias y también par las dos familias y para Francia entera. En fin pedía a San Vicente que me enseñara lo que era necesario que yo pidiera con una fe viva. Después de visitar su urna, se me apareció tres veces distintas, tres días seguidos ... y después fui favorecida con otra gracia, la de ver a nuestro Señor en el Santísimo Sacramento ... El día de la Santísima Trinidad, nuestro Señor se me apareció como un Rey con la Cruz sobre su pecho en el Santísimo Sacramento ... en el momento del Evangelio, me pareció que nuestro Señor era despojado de todos sus ornamentos, todos caídos por tierra". +++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ La confianza y sencillez de un alma inocente Por fin, el 21 de abril de 1830, Catalina llegó al convento de la Rue du Bac. El consejo de las superioras enseguida discernió en ella una auténtica vocación: "Tiene 23 años y muy apropiada para nuestra condición: piadosa, de buen carácter, un fuerte temperamento, amor al trabajo y bastante alegre",9 éste fue el parecer escrito a su respecto. Además era una aldeana genuina, como deseaba San Vicente, quien había elegido las buenas cualidades de las campesinas como base natural para delinear el ideal de virtud de las Hijas de la Caridad. Y ya fuese en la vida comunitaria, ya en el servicio a los pobres, e incluso durante las manifestaciones sobrenaturales de la cual fue objeto, en la Hna. Catalina siempre brilló una de las virtudes más amadas por su santo fundador: la sencillez de corazón. "El espíritu de las aldeanas es sencillísimo: ni rastro de artificio ni palabras de doble sentido, ni son tozudas ni apegadas a sus opiniones [...] Así, hijas mías, deben ser las Hijas de la Caridad, y conoceréis que lo sois si sois sencillas, si no sois testarudas, antes sumisas al parecer de otros y cándidas en vuestras palabras, y si vuestros corazones no piensan una cosa mientras vuestras bocas pronuncian otra".10 Ese ideal trazado por San Vicente encontró, casi dos siglos después, perfecta realización en el alma de esta dilecta hija. A la semana siguiente de su llegada al convento, se le apareció tres veces, en días consecutivos, el corazón de San Vicente, prenunciando las inminentes desgracias que se abatirían sobre Francia, con la promesa de que las dos congregaciones fundadas por él no perecerían. La feliz religiosa también tuvo la gracia de ver a Cristo presente en la Sagrada Hostia, durante todo el tiempo de su noviciado, "excepto en todas las ocasiones en las que yo dudaba", 11 confesó ella. Imbuida de la fe que mueve montañas y atrae la benevolencia de Dios, Catalina no titubeó en pedir más: quería ver a la Santísima Virgen. La víspera de la fiesta de su fundador -que entonces se conmemoraba el 19 de julio-, le confió su deseo en una breve oración y se fue a dormir esperanzada: "Me acosté con el pensamiento de que esa misma noche vería a mi buena Madre. Hacía mucho tiempo que deseaba verla".12 Y fue generosamente atendida, no sólo "esa misma noche", sino también en dos ocasiones más, una en noviembre y otra en diciembre del mismo año de 1830. Con el paso de los años, se intensificó en ella la confianza filial e ilimitada que depositaba en esos tres pilares de devoción, hasta el punto de que, poco antes de fallecer, no pudo ocultar su asombro cuando su superiora le preguntó si no tenía miedo a la muerte: "¿Por qué tendría miedo de ir a ver al Señor, a su Madre y a San Vicente?".13 "La Santísima Virgen eligió bien"

No hay comentarios:

Publicar un comentario